Y no quieres hacer nada,
mas que darte
en posesión.
–Un secreto cordón umbilical
se presiente
en todo alrededor–.

Como una red
siempre recomenzada,
algo teje con aguja finísima.
Pez inocente,
apenas te darías cuenta de tu lugar.

El mundo es
un silencio crepuscular
comunicado sólo en lo incomprensible.
Sin embargo,
el hombre gime.
Pues es el alimento de los dioses.

A veces te das cuenta:
fluyes a la deriva
en una resaca ancestral
que del carnaval tiene el sacrificio.
Y no quieres hacer nada.